Santa Rosa (2b)- Luego de la histórica sanción en Diputados de la Ley Justina, impulsada por el senador pampeano Juan Carlos Marino (UCR- Cambiemos), y que convirtió a todos los argentinos en potenciales donantes de órganos salvo que manifiesten su oposición, se generó un fuerte debate acerca de los alcances de la norma, fogoneado además con cifras tomadas de la antigua ley -Donante Presunto- en la que más de un millón de argentinos manifestaron su oposición a donar y más de 3 accedieron. Por eso, te contamos la historia de una pampeana que salvó su vida al recibir la médula ósea de su hermana, al fin y al cabo la prueba palpable de la importancia de ser solidarios con la vida, nada menos.
La historia que elegimos contar en 2b es la de Camila Ibáñez, la santarroseña que tiene 36 años, vive actualmente en la capital provincial, es nutricionista, está casada y tiene un hijo de 3 años. Sin embargo, dos años y medio atrás, su horizonte se puso oscuro en un segundo, descubrió que padecía una leucemia aguda y que necesitaba para seguir viviendo si o si un trasplante de médula ósea, que posteriormente se concretó y le terminó salvando la vida.
Tuvo suerte, claro, porque la donante fue su propia hermana, porque sólo el 25 por ciento de los argentinos se encuentran con esa compatibilidad, o sea 1 de 4, según las estadísticas oficiales.
Por eso, Camila celebró como nadie la aprobación de la ley en la sesión del miércoles en la Cámara de Diputados, y se esperanzó en que este nuevo paso, que para el senador Marino convierte a la Argentina “en país insignia en materia de donación de órganos”, sirva para reflexionar y tomar conciencia: “Ojalá la gente se informe de la importancia de esto y no piense que le van a estar sacando los órganos, en principio que se entienda que para que haya compatibilidad se necesitan un montón de factores”, contó al informativo de Somos La Pampa.
Por eso recordó que en su caso, en plena enfermedad, un análisis post quimioterapia arrojó un ciento por ciento de compatibilidad con su hermana para una eventual donación de médula, lo que en su caso particular allanó el camino. “Lo cierto es que sólo un 25 por ciento de la gente que se encuentra en mi situación tiene un donante emparentado, mientras que el resto tiene que acudir a un banco de médula mundial, pero para estar allí uno debe expresar su voluntad, dejando una muestra de sangre en el Incucai”, explicó.
Hoy, con una vida encaminada y “prácticamente normal” después de haber sorteado un abismo cuando apenas era mamá, Camila insiste en informarse y celebrar la ley.
Informarse es fundamental, más en la era tecnológica dominada por la información poco seria, alarmista y confusa. Y es que con la nueva “Ley Justina”, que se originó tras la muerte de Justina Lo Cane de 12 años mientras esperaba un trasplante de corazón en la Fundación Favaloro, también hubo confusión acerca de los alcances y hasta la “potestad del Estado” para permitir esta posibilidad.
Lo cierto es que una vez que se promulgue la norma, todos los habitantes del país a partir de los 18 años son donantes, salvo que manifiesten lo contrario. Desde que se puso en vigencia la Ley de Donante Presunto, en 2006, sólo se anotaron en el Registro Nacional de Expresiones de Voluntad 3 millones para donar, mientras que 1.058.578 de personas dijeron que no quieren hacerlo. Pero NO significa que desde el miércoles hasta hoy llegaron las negativas.
Las provincias que lideran la lista de los no donantes son Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Salta y Mendoza. En tan sólo tres años, según el INCUCAI, se duplicó la cifra, ya que poco más de medio millón de argentinos había manifestado la negativa en 2015.
Pero, teniendo en cuenta que sólo 3 millones de argentinos dieron el visto bueno, la nueva norma se torna fundamental para ampliar la esperanza de quienes pueden salvar una vida, porque a partir de ahora todos podrán hacerlo sin necesidad de acudir al Incucai o bien dando su aprobación en trámites ante los registros civiles.
“Piensen que le puede pasar a todos, hay que tener conciencia. Tengo hoy, después de todo lo que pasé, una vida prácticamente normal; tengo a mi hijo de 3 años y mi vida, gracias a que mi hermana me donó un pedacito de ella”, resume Camila, la prueba palpable de la importancia de esta nueva ley.
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