La olla maloliente de abusos se destapa a medias: Las responsabilidades políticas que esconde el caso del Manuel Belgrano

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Santa Rosa (2b)-El colegio Manuel Belgrano fue escenario en los últimos días de un cimbronazo, al descubrirse una entramada red de abusos y silencios, que en lo práctico y palpable parece fulminado con la intervención y el apartamiento de 4 directivos. Pues bien, sin meternos aún en los presuntos hechos similares que estarían por estallar en otras escuelas, bien vale hacer una reflexión: El Belgrano está a tres cuadras del Ministerio de Educación y la sede de la coordinación a dos; esta gestión,  entonces, ¿tiene dominio político del territorio inmediato que debe supervisar? Vayamos un poquito más lejos: ¿Puede la superior jerárquica, es decir la directora General de Educación Secundaria Gabriela Ibáñez, alegar desconocimiento? Y, por último, ¿Qué docente va a querer actuar desde ahora ante la lógica de una urna, sentada y escrache? ¿A quién beneficia esta «movida» de megadenuncias?

Informar sin ir un poco más allá, le pese a quien le pese, no tendría sentido, y más aún con presuntos casos de maltrato, abusos y acosos a menores en el marco de la educación pública pampeana. A veces, con lo práctico y al alcance de la mano no alcanza, es sabor a nada. Días atrás, la subsecretaria de Educación, Marcela Feuerschvenger, habló en nombre del gobierno y afirmó que en los colegios “hay un recorrido” y  se viene trabajando en ESI (Educación Sexual Integral), aunque se limitó a lamentar lo ocurrido en Belgrano, pero siempre dejando en claro que «esto no implica que no se estén haciendo otras cosas». La cuestión se cortó de cuajo y por lo más simple: los docentes afuera y sentando un preocupante precedente de cara a situaciones similares. Denuncia, escrache y apartamientos. ¿Los docentes serán siempre los únicos culpables?

Pero esperá, que viene algo importante. La alumna abusada por el preceptor en octubre, el hecho que destapó esta olla, aún no está escolarizada y poco se sabe del seguimiento terapéutico que llevaría adelante. Curiosamente, tras la proliferación de tantas denuncias nadie expuso su caso o se acordó de la aquella primera víctima.

Pues bien, para entenderlo, en dosbases  te proponemos un resumen de los sucedido antes, durante y después de este caso que, más allá de los abusos, también está generando preocupación entre docentes y directores de otros colegios, que advierten de los peligros de este «nuevo protocolo» que pareció despertar este caso:  

Cronología:

El 19 de octubre el preceptor del Colegio Manuel Belgrano, Marcelo Lavallén, fue encontrado con una adolescente dentro de un auto. Dos días después allanaron su vivienda y lo detuvieron por el delito de estupro.

Apenas consumado el episodio, el Ministerio de Educación ordenó un sumario al Colegio y al preceptor. Esa misma semana, comenzaron a actuar los equipos técnicos de la cartera, con el objetivo de concretar un informe «circunstanciado y contextualizado» de los hechos.

Sin embargo, el martes de 6 de noviembre sobrevino el reclamo público, cuando alumnos y algunos docentes, tras realizar una asamblea, enfrentaron al director y denunciaron su inacción en torno a los graves episodios. Allí deciden colocar una urna, para que los chicos realicen denuncias anónimas. A partir de ese hecho saldrían a luz otros nombres de profesores denunciados por “supuestos abusos y/o acosos”.

Dos días después, el jueves 8, unos 40 alumnos apoyados por integrantes del  MST, madres y chicos de otros colegios, organizan una sentada al mediodía y se niegan a entrar al establecimiento. Los medios se hacen eco de la situación, y el día siguiente los equipos técnicos junto con la secretaria Técnica de la Dirección General de Educación Secundaria, Gloria Alberca, se reúnen con el director y el equipo directivo del colegio.

Al cabo del encuentro se confirma la intervención y la separación preventiva de sus cargos de René Gómez (coordinador), Marcelo Pérez (director),  Alfredo Deluca (preceptor) y Lavallén. La interventora designada fue Cecilia Molina, vicedirectora del Colegio Polivalente.

Muchas dudas

Ahora volvamos al principio, a las responsabilidades que se esconden, no se debaten y no son ajenas en esta situación. Por eso, insistimos: El colegio está a tres cuadras del Ministerio de Educación y la sede de la coordinación a dos ¿Tienen dominio del territorio inmediato que debe supervisar?

Gabriela Ibáñez

Por otro lado sobrevuela otra duda: Si separaron del cargo al ex director y actual coordinador por no haber actuado en tiempo y forma frente a estos «supuestos abusos» ¿Puede la superior jerárquica, Gabriela Ibáñez, alegar desconocimiento? Y de ser así ¿no tiene responsabilidad política frente a estos hechos?

Burocráticamente existen tres niveles de conducción en el sistema educativo: El central (la directora Ibáñez), el regional (el coordinador Gómez, separado del cargo) y el institucional, ni más ni menos que el director Pérez, otro separado del cargo.

¿Qué más espera el gobierno para separar al menos preventivamente a Ibáñez bajo la misma lógica? No lo sabemos. Como tampoco por qué la funcionaria no se expresó sobre el gravísimo tema y, en su lugar, salió a defender las políticas de la provincia la subsecretaria Feuerschvenger.

A la luz de los hechos es al menos alarmante que las autoridades aleguen desconocimiento y hagan recaer la responsabilidad en los docentes, que cumplen determinadas funciones bajo los lineamientos, precisamente, de quienes hoy no dan respuestas.

No hace falta urgar demasiado para que asome el remanido concepto de la protección política -y también quizás beneficios- detrás de este caso, dado que se intenta cargar con una responsabilidad institucional, públicamente, a docentes que forman parte de un sistema que otros conducen. Demasiado grave.

Además de la preocupación por los abusos, el caso del Belgrano genera malestar y temor entre docentes que ocupan cargos de dirección, coordinación y otras jerarquías. La conclusión que subyace de los conflictos por venir serán, dicen, «manejarse con pases administrativos a los niveles jerárquicos superiores, es decir a la Dirección General de Educación Secundaria» y que le explote el escritorio a Gabriela Ibáñez.

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