Santa Rosa (2b)- La pequeña localidad de Quehué está inmersa en un programa de rescate encarado por docentes y estudiantes de la Facultad de Vetenerinarias de la UNLPam. Con sus poco más de 750 habitantes, el pueblo ubicado a 75 kilómetros de la capital es casi único: Tiene casi una mascota por habitantes; es decir que hay un gato o perro cada 1,2 habitantes, cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda una proporción de 1 a 10 en zonas urbanas para prevenir contagio de enfermedades. Lo más alarmante es que ya se produjo la muerte de un vecino a causa de una enfermedad transmitida por animales, y otros decesos son investigados ahora. El dato más alarmante, además, radica en que el 25% de los habitantes padece enfermedades zoonoticas.
Un Proyecto de Extensión Universitaria (PEU) de la universidad trata de solucionar el preocupante caso. El censo realizado por el equipo de extensionistas genera alarma, confirmaron los especialistas de la UNLPam.
La superpoblación de perros y gatos detectada en Quehué aumenta la probabilidad de generar el contagio de enfermedades zoonóticas. De hecho, recientemente falleció un vecino víctima de hidatidosis, enfermedad que transmiten los perros a través de la materia fecal, y de la que se han registrado varios casos en la zona.
El grupo se encuentra abocado desde 2018 a solucionar este problema de Salud Pública, según informaron al área de Comunicación Científica de la UNLPam.
Ya han realizado charlas de sensibilización destinadas a estudiantes de primaria y secundaria, en las que se abordaron temas de salud, vivienda, alimentación, higiene, recreación, control de natalidad, afecto, protección y contención. Luego, junto con veterinarios locales, docentes y estudiantes del colegio secundario, personal de Salud Pública de la Provincia y graduados autoconvocados llevaron a cabo una jornada de vacunación contra la rabia y el censo de todas las mascotas de la localidad.
Otra actividad importante fue la jornada de castración de caninos y felinos (tanto machos como hembras), en la que priorizaron a aquellos pacientes que provenían de familias con riesgo sanitario. En este sentido, Pablo Vaquero, docente de la Facultad de Ciencias Veterinarias y director del PEU sostiene: “teniendo en cuenta la cantidad de castraciones y los períodos reproductivos de cada especie podemos calcular la disminución de la potencialidad de reproducción de las mascotas aproximadamente en 600 ejemplares en 5 años”.
Otro aspecto revelador del trabajo de la UNLPam refiere que el 25% de los habitantes fue diagnosticado con alguna patología zoonótica. El equipo trabajó con la médica del pueblo y también con personal de Salud Pública de la Provincia, quienes realizaron ecografías a estudiantes de la primaria y personas en riesgo para hacer una detección temprana (y posterior tratamiento) de hidatidosis.
El censo también arrojó información sobre qué animales prefieren tener como mascotas los habitantes de Quehué. El 80 % tiene canes, de los cuales casi el 48% son machos, y el 20% restantes son felinos, especie en la que machos y hembras se distribuyen en igual proporción. Para sorpresa de las y los integrantes del PEU fueron pocos los casos de animales silvestres que cumplían el rol de animales de compañía.
Solo el 34,5% de los propietarios los llevan al veterinario (el agravante es que los profesionales que hay en el pueblo están especializados en grandes animales), el 32.7% realiza el plan sanitario completo, mientras que el 58.8% los desparasita con regularidad.
Con respecto a la alimentación, el 29% consume balanceados comerciales, el 25% carne, el 5.4% achuras crudas de faena y el 40.2% alimentos mixtos. Vaquero, que es docente de la cátedra de Técnica y Patología Quirúrgica, advierte que la alimentación con achuras crudas los está alertando del aumento de la probabilidad del contagio de hidatidosis.
Finalmente, los extensionistas relevaron que apenas el 17% de los animales estaban castrados. Y casi la totalidad de estos fueron intervenidos quirúrgicamente en acciones anteriores al comienzo del proyecto por este mismo grupo de trabajo.
El docente reconoce el rol fundamental que asumió la Municipalidad de Quehué con esta iniciativa. Aportó los espacios donde se realizaron las charlas y las cirugías. Se ocupó de la logística en la etapa de castraciones y de los cuidados pos quirúrgicos de los animales, acciones que estuvieron a cargo de dos veterinarios locales y del viceintendente, todos ellos graduados de la Facultad de Veterinarias.
El proyecto también hizo hincapié en promover en los estudiantes universitarios prácticas pre-profesionales solidarias. Así, pudieron analizar diferentes protocolos anestésicos, realizaron maniobras quirúrgicas básicas y seleccionaron diferentes abordajes para llevar a cabo las esterilizaciones, la inmunización antirrábica y las desparasitaciones. También intervinieron del “diagnóstico participativo de la realidad” de la comunidad de Quehué e interactuaron con los habitantes. “Los estudiantes hacen un cambio rotundo porque lo que se intenta en los proyectos de extensión es sensibilizarlos socialmente, y eso lo logran mediante el contacto con la gente. Además, tenemos muchos estudiantes del sur del país que van a ser agentes sanitarios en zonas de grandes extensiones y con la experiencia que da este tipo de propuesta, van a evitar problemas de zoonosis muy importantes. Queremos que repliquen allí lo mismo que están haciendo en Quehué”, apunta Vaquero.
“Este año esperamos realizar otra vez las encuestas para evaluar lo hecho en 2018. También volveremos a organizar las charlas de concientización focalizadas en la higiene, entre otras actividades”, anticipa.
La superpoblación no es un problema vinculado solamente a las condiciones socioeconómicas de una urbe. En el diagnóstico determinaron que en Quehué las actividades realizadas en el ámbito rural requieren el empleo de perros de razas determinadas y mestizos para que colaboren en las tareas pecuarias y de vigilancia. Los pobladores rurales suelen trasladar a estos animales a la localidad donde conviven con otros en un mismo domicilio. En lugares como Quehué suele haber, al menos, un veterinario, aunque no siempre presta asesoramiento a estas especies. A ello se suma el abandono de mascotas de los habitantes de áreas cercanas.
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