Secos, por donde la mires: Las lluvias anuales en La Pampa no llegan ni a 400; lejos de los casi 1.000 mm históricos y el campo afronta otra malaria

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Santa Rosa y Buenos Aires (2b)- La sequía fin podría llamarse si fuese serie de ficción. Pero es realidad, como así también el drama de los productores del campo que siguen esperando la llegada de “El Niño”. Tal es la preocupación, que en La Pampa productores entrevistados por un medio nacional tiraron un panorama preocupante.

La campaña agrícola comienza a jugarse con los cultivos de verano, como maíz y soja, pero en muchas regiones el agua en los perfiles es insuficiente y las condiciones adversas permanecen. Los testimonios de 3 productores afectados
Pese a las lluvias que se dieron en varias zonas agrícolas, El Niño parece por ahora limitado. Lo saben los productores de varias regiones del país, que aún sufren de una sequía que se resiste a irse y están expectantes de las precipitaciones pronosticadas para octubre.

Sus vivencias las ratifica el INTA, que en su último informe agro-meteorológico semanal consignó: “la zona central y norte continúa con perfiles muy secos, con valores menores al 10% de agua en el suelo, con respecto al máximo posible hasta un metro de profundidad”.

Carlos Arese (57) es veterinario, productor ganadero y lechero de Realicó, en el norte de La Pampa, y lo contó con crudeza entrevistado por Infobae: “Acá todavía estamos en plena sequía, porque este año apenas llovieron 380 milímetros; venimos de 460 en 2022, cuando acá la lluvia anual, históricamente, es de 700 a 800 milímetros. De los últimos años, el único que llovió esa cantidad fue en 2021, y en 2020 apenas llovieron 450 mm”, precisó.

Arese tiene un tambo de 200 vacas y hace ciclo completo de ganadería vacuna de carne. El mayor problema que tiene es la falta de pasto. “Todo lo que estamos produciendo es en base a rollos de pasto, y silos de sorgo y de maíz que pudimos hacer en 2021, el año que llovió bien. Gracias a eso, no tuvimos que bajar la carga, ni vender animales en forma forzada”, explicó.

Pero más allá de las reservas hay otros problemas difíciles de solucionar. “Algo que se viene complicado mucho es el tema del agua para bebida para los animales, porque las napas se están yendo muy profundas y los sistemas convencionales como el molino de viento o el bombeador común a esa profundidad no sacan casi nada de agua. Hay que usar bombas sumergibles y hacer otro tipo de perforación, que tiene un costo importante. Esto permite tener agua en cantidad, pero al venir de pozos más profundos, es agua que pierde bastante calidad y se saliniza, por lo que hay que evitarla en los sistemas de engorde. Caso contrario hay que mover la hacienda adonde haya agua de calidad, que quizás no coincide con los lugares donde hay pasto”, explicó.

En sociedad con su hermano y su madre, Arese trabaja 1.000 hectáreas arrendadas y tiene otras 120 para el tambo. “Los costos subieron enormemente, al ritmo de la inflación y algo más, básicamente por la implementación del dólar soja y maíz. Para mantener el tambo, bajamos el nivel de la alimentación y por ende bajó la producción individual por vaca”, explicó Carlos, mientras que sobre su negocio ganadero de carne, señaló que no tuvo “que vender animales, pero tuve que darle algo de granos y terminar animales más livianos de 300 a 350 kilos, con 100 o 150 kilos menos, para que lo engorde un feedlot”.

Sobre lo que viene, Carlos es contundente: “Tenemos que estar preparados para que el día que llueva salir a sembrar. Cuando llueve tarde la ventana de tiempo para sembrar es escasa. Entonces, para diversificar, sembramos algo de maíz temprano, y la mayor parte, tardío. Tenemos que distribuirlo en el tiempo para asegurarnos 8 a 10 bolsas de silo picado para poder mantener el tambo el año que viene. Cuando llueve poco hay que tener el equipo y la semilla preparada, y tratar de sembrar en dos días”.

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